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año 66 de la era ibañez

eligiendo dibujante y guión

   La idea de realizar una aventura larga de Mortadelo y Filemón surgió poco después de que Jordi David Redó nos ayudase durante meses a identificar la autoría de más de mil historietas cortas de Mortadelo y Filemón. Y algunos lectores se preguntarán: “¿Pero quien es ese tipo?”. Jordi David fue uno de los dibujantes que Bruguera contrató en los setenta para realizar historietas de Mortadelo y Filemón en masa. Y es que, para los que aún no lo sepan, junto a Jordi, otros muchos dibujantes (como Antoni Bancells, Ramón Mª Casanyes, Martínez Osete, Juan Manuel Muñoz o Tino Santanach) dieron vida a centenares de historietas de los personajes ante la imparable demanda de la época. Una demanda que Ibáñez no podía satisfacer semanalmente y que motivó la creación del “Estudio Sanchis”, integrado por estos y otros dibujantes. Jordi acogió con agrado la propuesta de realizar una aventura larga de los personajes partiendo de un guión que realizaríamos de forma consensuada los propios aficionados en el “Foro de la T.I.A.”, nuestro particular punto de encuentro. El dibujante nos había hecho llegar pocos meses antes el guión de una historieta corta que nunca había llegado a dibujarse debido a la debacle de Bruguera. El guión iba firmado por “Mike” Ratera y nos sirvió como patrón para definir al artista la disposición de las viñetas en cada página y las escenas que tendrían lugar en cada una de ellas (además de los textos de cada uno de los bocadillos).

Boceto, lápiz, entintado y coloreado de la primera viñeta
 
   El proyecto animó a numerosos aficionados que pronto aportaron un torrente de ideas, inicialmente para decidir el argumento principal y, posteriormente, para desarrollar la aventura. Si algo  teníamos claro la mayoría de los aficionados era la realización de un pequeño homenaje a las primeras historietas de los personajes; que estos pudieran tener ese primitivo aspecto que Ibáñez les dio en 1958. Las alternativas pasaban por realizar un viaje en el tiempo en el que los personajes se encontrasen con ellos mismos o bien comenzar la aventura de forma onírica: una pesadilla en la que Mortadelo reviviese una persecución que habría tenido lugar en aquel entonces. Ésta fue la opción que finalmente se llevó a cabo y que a la vez guardaba ciertas similitudes con el comienzo del clásico “Valor... ¡y al toro!”. El villano de la aventura, Wolframio, huye de los agentes a bordo de un flamante Plymouth Fury del '58 mientras Mortadelo y Filemón le persiguen subidos en biscúter de 1953 (que tomamos prestado del que Ibáñez dibujó en 1983 para la portada del OLÉ nº 269). Boceto, lápiz, entintado y coloreado de la primera viñeta Wolframio abandona su coche en la puerta del mítico edificio del 13 Rúe del Percebe -un homenaje más- en el que planificará su huida desde la azotea del edificio. Mortadelo y Filemón intentan darle caza en una persecución metamórfica: van perdiendo por las escaleras los elementos propios de esa etapa (sombreros, pipa, paraguas...) hasta llegar a su aspecto actual. Jordi salió airoso en este primer reto en el que no sólo dejó su impronta con un estilo heredado de su etapa “Disneyana” sino que además supo introducir en las viñetas esos pequeños detalles cómicos tan propios del genial Ibáñez. El sonido de las sirenas de la policía sirvió como elemento de unión o nexo entre el mundo onírico y el mundo real: en su sueño, Mortadelo interpreta el estridente sonido de su despertador como la llegada de la policía mientras Wolframio escapa subido en un cohete. Poco después el agente despierta de su pesadilla en el dormitorio de su pensión. Y es que Hergest, administrador del blog “Pensión El Calvario” y mecenas de la aventura, había pedido expresamente que la aventura comenzase allí.
 

La sirena de policía se convierte en alarma de despertador y
sirve como nexo entre el mundo real y el onírico

 
  A partir de entonces se introducen las directrices habituales: entradas secretas, bromas de mal gusto con Ofelia, la misión del “Súper”... complementadas algunas de ellas con diversas referencias: la entrada secreta es en esta ocasión un cartel del “Cine Lolo” que utiliza al gato de Cheshire como reclamo y que desaparece tras pronunciar una contraseña secreta dejando paso a los agentes al interior de la organización. El gato, extraído de la película de Disney “Alicia en el país de las maravillas”, fue creado originalmente por Lewis Carroll para la novela del mismo título y de la que un servidor se confiesa admirador.
 

La entrada secreta utiliza al gato de Cheshire, protagonista de
la novela de Lewis Carroll que inspiró a Disney

 

   Con algo más de nostalgia recuperamos a la desaparecida “Irma”, secretaria del Súper, con la que Ibáñez caricaturizaba a una atractiva editora alemana. Después de que ésta falleciese el dibujante habría decidido eliminarla de las aventuras durante la década de los noventa. ¿Y cómo íbamos a olvidarnos del maestro Ibáñez? El dibujante hace su aparición en las primeras páginas encarnando a un pintor de brocha gorda contratado por el “Súper” para que le pinte su despacho.
 

Ibáñez encarna a un pintor de brocha gorda. Los agentes tampoco
se han olvidado de Irma, a la que recuerdan con nostalgia

 

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