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A pesar de todo, el propio Ibáñez reconocería posteriormente en una entrevista (U, el hijo de Urich #8, Camaleón Ediciones, 1998) su admiración por Franquin y el hecho de haberle imitado en muchos aspectos. Respecto a Franquin, tras serle preguntado sobre el asunto, respondió que las caras de los personajes no guardan un parecido real con las suyas y que cualquiera puede tener sus propias influencias. También comentó que para que se desarrolle el ingenio de todo dibujante es necesario que éste esté influenciado por algún otro autor (incluso el propio Franquin reconoció a su vez tener sus propias influencias a pesar de no haber copiado expresamente de otros autores). En la misma entrevista Ibáñez hacía constar que Rafael González, director de Bruguera, les había obligado a imitar a ciertos personajes de origen franco-belga porque era lo que vendía. Se les exigía calidad en tiempos record por lo que eran incapaces de documentarse y ser más creativos. Ibáñez tomó muchas viñetas prestadas de Franquin pero casi siempre creó sus propios gags o portadas de forma totalmente ajena a los guiones de Franquin (salvo contadas excepciones). Respecto a las pocas portadas en las que Ibáñez se dejó influir por viñetas y guiones de Franquin (no más de la treintena) son incomparables con las más de mil portadas que el dibujante barcelonés ha realizado a lo largo de más de medio siglo. Con el tiempo Ibáñez abandonará paulatinamente la costumbre de imitar a Franquin para encontrar su propio estilo que le reportará un tremendo éxito a nivel nacional e internacional. Fco. Javier de la Cruz reflexiona así sobre este tema en su libro "Los cómics de Francisco Ibáñez": "En cierto modo, imitación y plagio forman parte de su esencia. Entre el creador y la iconosfera se produce un proceso de retroalimentación continuo. En la Historia del Arte esta clase de prácticas tuvo lugar, en la mayoría de los casos, dentro de un período de formación y de asimilación de novedades y recursos. El Greco, Velázquez, Cervantes y otros muchos grandes maestros del Arte utilizaron en sus obras elementos y soluciones de otros artistas. El plagio en artes plásticas puede entenderse, al menos, en dos direcciones, la primera como copia de una determinada concepción estética, con mayor o menor alcance, se copian ideas, elementos, soluciones de otros artistas; la segunda como falsificación, y entonces la firma se copia igualmente. En Editorial Bruguera los autores se copiaron ideas, temas, representaciones y personajes unos a otros, y se apropiaron de soluciones y recursos de otros dibujantes españoles y extranjeros sin que ocurriese absolutamente nada. La propia editorial se apropiaba de los personajes y series creadas por sus dibujantes, registrando a nombre de Bruguera todo el material producido". Y resume las asignaturas que Ibáñez aprendió de cada autor de la siguiente forma: "De Franquin tomó la claridad del dibujo y la precisión en el trazado de personajes, objetos y escenarios, también la distribución dinámica de las viñetas, además de alguna que otra secuencia. De Manuel Vázquez la articulación rítmica del humor dentro de la narración, y el nuevo marco en el que se desenvolvieron los agentes. De Hergé y Franquin se fijó en los guiones, más complejos y elaborados, y en la riqueza de personajes. En las historietas publicadas en Gran Pulgarcito Francisco Ibáñez hizo gala de un mayor repertorio de recursos, a la vez que exhibió una buena calidad técnica como dibujante, con resultados de mayor sutileza con respecto a lo que se venía haciendo en los semanarios de la casa". |
