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francisco ibáñez (interviú nº 1647, 2007)
Ibáñez - Interviú nº 1647 (del 19 al 25 de noviembre de 2007)
(Recuperada por Janiji y Mac Netofon)
19/11/07
Medio siglo viviendo de ‘Mortadelo y Filemón’, ¿no le entran ganas de independizarse o de echarlos de casa a ellos?
Sobre todo de independizarme yo. Lo he intentado, lo he probado; muchas veces le he dicho a la editorial que tengo ganas de dejarlo, que son muchos años, cincuenta más los que llevaba de antes, que estoy cansado, que quiero jubi... y no me dejan acabar la palabra. Me dicen: “¡Qué vas a jubilarte! Aquí tienes la planificación para este año y para el que viene. A trabajar, a trabajar...”. Y en eso estamos cuando ya el resto del cómic apenas existe; no es como antes, que había 600 o 700 colecciones; ahora casi sólo hay lo que hace mi compañero Juan López, el ‘Superlópez’, algún rastro de ‘Zipi y Zape’ y poco más...
¿Tan negro ve el género?
Mientras los cómics tengan que venderse en seis tiendas de Barcelona, Madrid o Valencia y no esté en todos los quioscos como estaba antes, estará en crisis y me da pena. Al final, los críos los olvidarán.
¿Cómo está celebrando las bodas de oro de sus personajes? Pues atendiendo a la prensa y saliendo de mi encierro, porque mi vida es trabajar. Hago cinco o seis volúmenes al año y eso supone muchas horas de silencio trapense. Volviendo la vista atrás le dará para muchos recuerdos y muchas anécdotas... Sí, recuerdo que en la Transición me llamó un grupo político para proponerme la participación en un acto. Por teléfono me decían: “Tienes que estar, sin ti no va a ser lo mismo”. Yo me estaba hinchando por momentos, pensando lo importante que era. Y para finalizar me dicen: “La guitarra la traerás tú, ¿o no?”. Claro, me habían confundido con Paco Ibáñez. Qué chasco (añade entre risas).
¿Cómo han evolucionado los personajes en cinco décadas? ¿Han ido a la par creador y creación?
La evolución del personaje de cómic es lenta y tal vez no se note de un año a otro. Pero sí, claro que han cambiado en estos años. ¡Mal iría si no evolucionaran! Han variado tanto en el aspecto físico como en los temas... Cuando vi que el género empezaba a tambalearse, incluí la actualidad, los Juegos Olímpicos, Maastricht. Últimamente el carné por puntos, o la prohibición de fumar, la tecnología, los móviles... Al lector le gusta que el cómic esté fresquito, como una lechuga recién cogida.
¿Los hizo a su imagen y semejanza? Un ex amigo mío me dijo: “Anda, lo has hecho como tú (en referencia a ‘Mortadelo’)”. Por supuesto, dejó de ser amigo (risas).
¿Cómo conserva la inspiración tras tantas miles de páginas creadas?
Antes la historieta era un chiste hinchado. Yo cambié el sistema hacia una fórmula en la que el tema no importa tanto como los gags: cada viñeta tiene que tener un golpe. Es el celuloide rancio, como las películas de Harold Lloyd, Keaton o Charlot. Sin duda, el guión es más complicado de hacer que el dibujo. A veces me pongo ante el folio y tengo una nubecilla o un nubarrón espeso y no me sale nada. En cincuenta años jamás he visto a una señora estupenda sentarse a mi lado, nunca he visto a una musa.
Ahora se está rodando la película ‘Mortadelo y Filemón, misión salvar la Tierra’, la segunda incursión de sus personajes en el cine. ¿Cómo lleva lo de verlos en la gran pantalla?
Al principio, cuando me lo propusieron, tenía mis dudas. Eso de ver a los personajes de carne y hueso..., puse mala cara. Pero cuando me enseñaron una foto del protagonista (Benito Pocino), dije: “No es que se parezca a ‘Mortadelo’, este señor ha nacido para ser ‘Mortadelo’”. El que lo va a encarnar ahora en la nueva película, Edu Soto, también es muy parecido, por desgracia para él (risas).
¿Tiene algún tipo de participación con el guión, el rodaje...?
En la primera película me mandaron el guión y lo trabajé laboriosamente; cuando casi acababa, me llamaron a la puerta y me entregaron la segunda versión; antes de que la acabara me dieron otro nuevo. Así que al final dije que lo hicieran ellos, que el lenguaje del cómic y el cine son muy diferentes y ellos lo hacen mejor. Quedó estupendamente. Esta vez también me presentaron un guión genial que ya no toqué.
¿Cómo han cambiado sus seguidores a lo largo de tres generaciones?
Hay gente de todas las capas sociales, de todas las profesiones. Una vez vino un médico que me dijo que cuando llegaba agotado del trabajo, siempre me leía y se quedaba plácidamente dormido. Llegué a pensar que lo podría vender en unos botecitos en la farmacia como somnífero (risas). Lo que he visto en este tiempo es que cada vez hay menos niños y más adultos.
¿Se sigue divirtiendo con su trabajo?
Cuando trabajo, les tengo un odio cariñoso a mis personajes. Luego, cuando ya veo el libro publicado, me gusta, y pienso: “Este tío llegará”.
Medio siglo viviendo de ‘Mortadelo y Filemón’, ¿no le entran ganas de independizarse o de echarlos de casa a ellos?
Sobre todo de independizarme yo. Lo he intentado, lo he probado; muchas veces le he dicho a la editorial que tengo ganas de dejarlo, que son muchos años, cincuenta más los que llevaba de antes, que estoy cansado, que quiero jubi... y no me dejan acabar la palabra. Me dicen: “¡Qué vas a jubilarte! Aquí tienes la planificación para este año y para el que viene. A trabajar, a trabajar...”. Y en eso estamos cuando ya el resto del cómic apenas existe; no es como antes, que había 600 o 700 colecciones; ahora casi sólo hay lo que hace mi compañero Juan López, el ‘Superlópez’, algún rastro de ‘Zipi y Zape’ y poco más...
¿Tan negro ve el género?
Mientras los cómics tengan que venderse en seis tiendas de Barcelona, Madrid o Valencia y no esté en todos los quioscos como estaba antes, estará en crisis y me da pena. Al final, los críos los olvidarán.
¿Cómo está celebrando las bodas de oro de sus personajes? Pues atendiendo a la prensa y saliendo de mi encierro, porque mi vida es trabajar. Hago cinco o seis volúmenes al año y eso supone muchas horas de silencio trapense. Volviendo la vista atrás le dará para muchos recuerdos y muchas anécdotas... Sí, recuerdo que en la Transición me llamó un grupo político para proponerme la participación en un acto. Por teléfono me decían: “Tienes que estar, sin ti no va a ser lo mismo”. Yo me estaba hinchando por momentos, pensando lo importante que era. Y para finalizar me dicen: “La guitarra la traerás tú, ¿o no?”. Claro, me habían confundido con Paco Ibáñez. Qué chasco (añade entre risas).
¿Cómo han evolucionado los personajes en cinco décadas? ¿Han ido a la par creador y creación?
La evolución del personaje de cómic es lenta y tal vez no se note de un año a otro. Pero sí, claro que han cambiado en estos años. ¡Mal iría si no evolucionaran! Han variado tanto en el aspecto físico como en los temas... Cuando vi que el género empezaba a tambalearse, incluí la actualidad, los Juegos Olímpicos, Maastricht. Últimamente el carné por puntos, o la prohibición de fumar, la tecnología, los móviles... Al lector le gusta que el cómic esté fresquito, como una lechuga recién cogida.
¿Los hizo a su imagen y semejanza? Un ex amigo mío me dijo: “Anda, lo has hecho como tú (en referencia a ‘Mortadelo’)”. Por supuesto, dejó de ser amigo (risas).
¿Cómo conserva la inspiración tras tantas miles de páginas creadas?
Antes la historieta era un chiste hinchado. Yo cambié el sistema hacia una fórmula en la que el tema no importa tanto como los gags: cada viñeta tiene que tener un golpe. Es el celuloide rancio, como las películas de Harold Lloyd, Keaton o Charlot. Sin duda, el guión es más complicado de hacer que el dibujo. A veces me pongo ante el folio y tengo una nubecilla o un nubarrón espeso y no me sale nada. En cincuenta años jamás he visto a una señora estupenda sentarse a mi lado, nunca he visto a una musa.
Ahora se está rodando la película ‘Mortadelo y Filemón, misión salvar la Tierra’, la segunda incursión de sus personajes en el cine. ¿Cómo lleva lo de verlos en la gran pantalla?
Al principio, cuando me lo propusieron, tenía mis dudas. Eso de ver a los personajes de carne y hueso..., puse mala cara. Pero cuando me enseñaron una foto del protagonista (Benito Pocino), dije: “No es que se parezca a ‘Mortadelo’, este señor ha nacido para ser ‘Mortadelo’”. El que lo va a encarnar ahora en la nueva película, Edu Soto, también es muy parecido, por desgracia para él (risas).
¿Tiene algún tipo de participación con el guión, el rodaje...?
En la primera película me mandaron el guión y lo trabajé laboriosamente; cuando casi acababa, me llamaron a la puerta y me entregaron la segunda versión; antes de que la acabara me dieron otro nuevo. Así que al final dije que lo hicieran ellos, que el lenguaje del cómic y el cine son muy diferentes y ellos lo hacen mejor. Quedó estupendamente. Esta vez también me presentaron un guión genial que ya no toqué.
¿Cómo han cambiado sus seguidores a lo largo de tres generaciones?
Hay gente de todas las capas sociales, de todas las profesiones. Una vez vino un médico que me dijo que cuando llegaba agotado del trabajo, siempre me leía y se quedaba plácidamente dormido. Llegué a pensar que lo podría vender en unos botecitos en la farmacia como somnífero (risas). Lo que he visto en este tiempo es que cada vez hay menos niños y más adultos.
¿Se sigue divirtiendo con su trabajo?
Cuando trabajo, les tengo un odio cariñoso a mis personajes. Luego, cuando ya veo el libro publicado, me gusta, y pienso: “Este tío llegará”.
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